Pocos sucesos podrían ser más aterradores que este.
En La niebla, su novela de 1980, Stephen King narra cómo una niebla espesa se propaga rápidamente por la pequeña ciudad de Bridgton, Maine. Numerosas criaturas mortíferas se ocultan dentro de la densa nube, atacando a cualquier que se aventure en sus cercanías. Seis años después de que King escribiera sobre una nube mortal, los horrores imaginados se hicieron reales cuando ocurrió el desastre del Lago Nyos. Se convertiría en la catástrofe natural más devastadora en la historia de Camerún.
La naturaleza advirtió lo que podía suceder. Dos años antes del desastre, cerca del Lago Nyos, un camión transportando a doce pasajeros transitaba un camino que bordeaba con el Lago Monoun. Luego de un fuerte estruendo proveniente del agua, una densa niebla comenzó a propagarse rápidamente por la zona boscosa. Aunque el vehículo ahora estaba envuelto por la nube, el chófer no se preocupó, ya que era un fenómeno climático bastante común en la zona. Esto, hasta que su medio de transporte dejó de funcionar, parecía haberse descompuesto.
Dos pasajeros vieron todo desde el techo del vehículo. Como uno por uno, los demás pasajeros salieron del camión para ver qué sucedía. Mientras se dirigían a la parte delantera, uno por uno comenzaron a colapsar, hasta que yacían silenciosamente en el suelo. En estado de shock, los dos pasajeros sobrevivientes veían cómo los animales y los insectos a su alrededor también perecían. Se enfrentaban a un suceso apocalíptico, sin tener la más mínima idea de su causa. Ese día morirían 37 personas, junto con cientos de cabezas de ganado y otros animales.
Un desastre aterrador
Como hubo tan pocos sobrevivientes, los reportes de lo que había pasado en el Lago Monoun fueron escasos e inconsecuentes. Las autoridades prefirieron tachar el asunto como una anomalía inexplicable. Se decía que se trataba de una niebla extraña, con un olor inmundo y que parecía arrastrarse por el suelo, sin elevarse por encima de los dos metros. Por eso es que los dos pasajeros en el techo del camión salieron ilesos físicamente. Nadie esperaba que un evento tan truculento se repitiera dos años después y en una ubicación en la que podía ser mucho más mortal.
En la madrugada del 21 de agosto de 1986, cuando la mayoría de personas que vivían en las cercanías del Lago Nyos estaban durmiendo, se escuchó un fuerte estruendo proveniente del agua. Para un observador, parecería como si el lago estuviera hirviendo, la reacción produjo una densa niebla que se propagó sobre la superficie. Lentamente, el viento comenzó a esparcir esta nube en dirección al pueblo. Halima Suley fue despertada por el terrible ruido, pero lo próximo que escucharía sería mucho peor. Era como si su casa estuviera rodeada por fantasmas, gimiendo, lamentándose, llorando. En verdad se trataba de sus vecinos, quienes ya habían comenzado a asfixiarse a causa de aquella niebla mortífera. Horrorizada, de repente su cuerpo dejó de responder, Halima se desmayó.
Cuando Halima Suley despertó, el Sol ya había salido. Recordando su extraña experiencia nocturna, fue a ver si sus hijas estaban bien, encontrando sus cuatro cadáveres. Desesperada, salió a buscar ayuda, pero solo encontró más horrores. Su familia no había sido la única afectada, todos sus vecinos yacían silenciosamente en el suelo, sin moverse. No pudo, sino gritar y llorar hasta que otro sobreviviente, Ephriam Che, se topó con ella. Ephriam había pasado la noche en su casa sobre la colina, en la mañana bajó al pueblo, pasando por el Lago Nyos. Le pareció extraño que las aguas estaban rojas, cuando suelen tener un color marrón. Al encontrarse con Halima, esta le diría: «¡Ephriam! ¡Ven acá! ¿Por qué estas personas están tiradas aquí? ¿Por qué no se mueven otra vez?». Ephriam se vería forzado a enfrentar la dolorosa realidad, toda su familia había muerto en el desastre.
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¿Por qué sucedió el desastre del Lago Nyos?
Surgieron muchísimas conspiraciones que trataban de explicar la catástrofe. ¿Castigo divino? ¿Armas químicas? ¿Experimento fallido del gobierno? Los rumores competían para brindarle algo de tranquilidad a la población luego de un suceso tan escandaloso.
Resultó que ambos lagos estaban ubicados sobre el mismo campo volcánico, el cual producía una gran cantidad de magma, creando dióxido de carbono en el proceso. Luego de cada incidente, los investigadores habían encontrado grandes cantidades de dióxido de carbono en las aguas. Así pudieron concluir que, durante muchos años, ese químico se había estado concentrando en el fondo de estos lagos, convirtiéndolos en potenciales calderas. Sin ningún mecanismo para liberar ese gas, el Lago Monoun y el Lago Nyos eran bombas de tiempo. Solo hacía falta una pequeña alteración en el agua para generar una explosión. Al ocurrir, todo ese gas acumulado se liberó y asfixió a más de 1700 personas junto con miles de animales. El cambio de color de las aguas también fue un resultado de la liberación de tanto CO2.
Hoy en día, ambos lagos han sido domados por un mecanismo de liberación de gas. A través de tuberías, el dióxido de carbono es expulsado de las profundidades de los lagos cada cierto tiempo. Sin embargo, el Lago Kivu todavía representa un preocupante peligro. Es tan inmenso que los mecanismos de liberación de gas no son suficientes para prevenir una desastrosa explosión. Dos millones de personas viven en los alrededores de ese lago que ha sido apodado «el gigante dormido».
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