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‘Sweet Tooth: El niño ciervo’, crítica: otra temporada brillante y conmovedora

Las aventuras de Gus siguen siendo un recorrido lleno de ternura sin estancarse en este recurso. En la segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo, sus protagonistas siguen creciendo a la par que la producción de Netflix.

El mundo puede ser un lugar seguro. Dentro de la mitología de Sweet Tooth: El niño ciervo, esa idea está en constante tensión. Los últimos hombres, el ejército de animales o el brazo armado de lo que queda de humanidad chocan de forma regular procurando esa meta. El resultado es el de siempre cuando una de las partes logra imponerse sobre las otras: miedo e incertidumbre.

La segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo profundiza aún más en este aspecto, después de haber sentado las bases para ello durante el comienzo de la historia. Esa tensión es más relevante porque al espectador ya se le han presentado una serie de coordenadas a través de las cuales avanzar por la serie de Netflix. Gus (Christian Convery) va encontrando respuestas y, a su manera, haciendo nuevas amistades. Mientras tanto, los adultos siguen siendo perseguidos por su pasado. 

En Sweet Tooth: El niño ciervo abunda la nobleza a través de su segunda temporada. Conmoverse no será muy difícil. A esto se añade una capa de madurez que robustece la historia. Ya no solo se trata de niños intentando sobrevivir en un mundo de adultos movilizados por el miedo y disputas personales; también de una serie en la que ellos, los más pequeños, comienzan a experimentar duelos y a perder parte de su dulzura.

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Sweet Tooth: El niño ciervo

La segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo mantiene el tono y la ternura de la primera. Pero ofrece una actualización: los niños, sus principales protagonistas, van creciendo, movilizando el relato. Mientras tanto, los adultos intentan saldar cuentas con su pasado. ¿El resultado? Distintas búsquedas que terminan confluyendo en una sola: proteger al otro, que se ha vuelto parte de la familia, en un mundo donde la humanidad está en crisis.

⭐⭐⭐⭐Puntuación: 3.5 de 5.

Sweet Tooth: El niño ciervo:
las redenciones posibles

La serie de Netflix plantea un choque entre las formas de vida de los adultos y las que los niños intentan cultivar. Mientras unos se han vuelto toscos e insensibles, en los otros persiste un sentido de hermandad y nobleza. Esa dualidad moviliza el relato, ya que cada grupo procura salvarse sin dejar de ser fiel a sus características. Lo interesante en Sweet Tooth: El niño ciervo llega cuando ambos grupos deben trabajar juntos e integrar sus visiones. 

Sweet Tooth El niño ciervo, temporada 2, crítica sobre la segunda temporada de Netflix

Si en condiciones normales el otro es un extraño, la convivencia se vuelve aún más compleja si se tiene en cuenta que en esta serie puede ser físicamente distinto. Se abre una grieta que se resume en buenos y malos, entre quienes desean “salvar a la humanidad”, exterminando a quien no entra dentro de ese estándar, y aquellos que solo desean sobrevivir. En ese sentido, Sweet Tooth: El niño ciervo sostiene un argumento común a través de la historia del cine y la televisión.

Sin embargo, su particularidad radica en un puñado de personajes que aportan un toque fantástico a la historia, sin que esta deje de ser profundamente humana. ¿Cómo se sostiene este aspecto? A través de las emociones. Se puede ser un ciervo, tener cola y orejas de animal, pero el miedo o la alegría no distinguen entre unos y otros. La suerte en el caso de Sweet Tooth: El niño ciervo es que puedan reconocer esas emociones como puntos en común. 

“Grandote” (Nonso Anozie) simboliza, quizá como ningún otro personaje, ese deseo constante por saldar cuentas con el pasado. Quien antes cazó a unos, ahora los protege. Aquel que se obsesionó con encontrar a su familia, el que atravesó su propio desierto en un duelo al no poder hallarla, supo construir un nuevo vínculo para llenar ese vacío. 

Su obstinación por proteger ese nuevo vínculo, intentar dejar sus recuerdos en otros días y mirar hacia adelante, es uno de los principales ejes del relato. Como quien sugiere que de nada sirve observar lo pasado, porque se corre el riesgo de perder el presente. Sweet Tooth: El niño ciervo, sin ser un cambio de paradigma o alcanzar niveles extraordinarios, convence por ese tipo de detalles. 

La representación de la esperanza

A través de las manifestaciones artísticas se ha impuesto en el imaginario colectivo que los niños representan el futuro. Sweet Tooth: El niño ciervo no escapa de esta idea, sino que a medida que sus temporadas avanzan esta se vuelve aún más radical. Otro ejemplo cercano y exitoso de este tipo de ejes narrativos es The Last of Us, con Ellie (Bella Ramsey) como protagonista. ¿Qué tienen en común ambos personajes? La obligación de salvar el planeta, sin que ellos hayan podido decidir si asumirla o no. 

Sweet Tooth El niño ciervo, temporada 2, crítica

En la segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo, Gus no es del todo consciente de esto. Su existencia se resume en sobrevivir, salvar a los suyos y resolver su circunstancia familiar. La serie tiene tramos en los que profundiza mucho más en este aspecto, ofreciendo algunas explicaciones en relación con el virus y el pasado del niño. 

Desde la perspectiva narrativa hasta la realización, la serie sigue creciendo. Es fiel a lo planteado en la primera temporada en ambos sentidos, incluso dejando algunos planos panorámicos poderosos, simbólica y fotográficamente. A toda la ternura que atraviesa el relato, a los momentos de megalomanía por parte de Los últimos hombres y el deseo de reivindicación de otros personajes, se sumó The Boxer para cerrar el drama de varios de ellos. La canción de Simon and Garfunkel, lanzada hace más de 50 años, aporta un tono de emotividad que lleva la historia a un escalón superior hacia el final. Lo necesario para dejar al espectador pensando en la tercera.

La segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo está disponible en Netflix desde el 27 de abril de 2023.

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