Editorial

Mientras alguien abandona, otro carga con la responsabilidad: ¿hasta cuándo?

Caminar por cualquier calle de Yacuiba es tropezarse, no solo con baches y desidia, sino también con miradas silenciosas que piden ayuda. Son ojos de perros y gatos abandonados que se han convertido en parte del paisaje urbano, al punto que ya no nos detenemos a mirar. Se mueven entre el hambre, el miedo y la indiferencia. Viven entre la basura y el ruido, esquivan autos que no frenan y duermen donde pueden, si es que no los espantan a gritos o patadas.

A diario me pregunto ¿En qué momento nos volvimos tan indiferentes?

Hoy tengo seis gatos. Uno lo adopté, los otros me eligieron. Llegaron a casa por su cuenta, hambrientos, lastimados, buscando refugio. Y así, sin planearlo, ahora soy responsable de seis vidas que alguien más abandonó. Porque así funciona esto: mientras alguien desecha, otro se encarga, mientras alguien abandona, otro carga con la responsabilidad .

Y a veces ese otro es un activista. Una persona común que transforma su cocina o casa en refugio, que duerme poco, que llora cuando no puede salvar a todos. Que hace rifas, cocina, vende lo que puede para pagar tratamientos, alimento, cirugías. Héroes anónimos que rescatan cuerpos heridos por humanos, espíritus rotos por el abandono. Ellos no solo salvan animales; nos salvan un poco a todos, al recordarnos que la empatía aún respira, no está muerta. Pero no pueden solos, no deberían estar solos en tan compleja labor.

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La Ley N.º 700, promulgada en 2015, habla de protección a los animales contra actos de violencia y maltrato. Lo dice claro en su Artículo 3: los animales son seres vivos que sienten y sufren. Y en su Artículo 6, declara como deber del Estado y la sociedad asegurar su bienestar. ¿Dónde estamos fallando entonces?

Fallamos en que muchos ni siquiera saben que esta ley existe. Fallamos cuando un conductor atropella y huye sin mirar atrás. Fallamos cuando vemos a un perro tirado en la acera y seguimos caminando. Fallamos como sociedad cuando seguimos normalizando el abandono. No se trata solo de leyes, se trata de cultura, de respeto por la vida.

Necesitamos cambiar desde la raíz, necesitamos lograr apoyo directo a activistas y rescatistas, convenios, alimentos subvencionados, un sistema de identificación y por que no, un registro obligatorio de mascotas, permitiendo a todo animal tener un nombre y un dueño identificable, necesitamos llegar a las escuelas para educar sobre tenencia responsable, para que las nuevas generaciones no repitan nuestros errores y horrores, necesitamos masificar la esterilización gratuita y obligatoria en zonas de alta incidenica de abandono, necesitamos facilitar los estudios de laboratorio que muchos no pueden pagar para acceder a procesos de castración o esterilización quirúrgica, en ocaciones la falta de 50 Bs. para pagar un laboratorio y obtener un hemograma completo marca la diferencia. Es dificil usar la frase»más barato prevenir que rescatar» cuando no cuentas con ese dinero para cumplir con la exigencia de zoonosis y acceder al tramiento gratuito .

En ocasiones hasta he pensado en el Muro del Horror: una galería pública con fotos, nombres (cuando se tenga prueba), y testimonios de quienes maltratan, violan o matan animales para que el anonimato no proteja la crueldad.

Necesitamos una ciudad que no solo hable de derechos humanos, sino de derechos de todos los seres vivos. Los animales no son cosas, no son desechables. Cada animalito que llega a la casa de alguien, lo hace porque alguien lo rechazó. No es justo que sigamos asumiendo responsabilidades ajenas o delegando responsabilidades sin exigir un cambio.

Porque mientras alguien abandona… otro ama, cura, cuida. Pero ese “otro” no puede hacerlo todo solo. Aompañemos a nuestros activistas, nos sumemos a su lucha .

Por : Rosalva Romero, Abogada, activista por los Derechos Humanos

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