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“Los precios no bajan al compás de la baja del dólar”, advierte el economista Gonzalo Chávez

El analista recordó que cuando el tipo de cambio paralelo se disparó a 14 y 15 bolivianos, los importadores siguieron abasteciendo el mercado, pero a un costo más elevado, que finalmente fue transferido al consumidor. Ese proceso, conocido como pass-through cambiario, no necesariamente opera de forma inversa cuando el dólar baja.

Gonzalo Chávez, economista. / Foto: captura de video

Fuente: ANF

Gonzalo Chávez, analista en asuntos económicos, advirtió que la reciente caída del dólar paralelo en Bolivia no se traducirá automáticamente en una disminución de precios en los mercados. Pese a que la cotización informal de la divisa se acerca a los 11 bolivianos, los consumidores no deberían esperar rebajas inmediatas en los productos.

“La economía no funciona como un control remoto de televisión que tiene dos botones. Sube dólar, suben precios. Baja dólar, bajan precios”, afirmó Chávez, al explicar que el comportamiento de los precios responde a factores más complejos.

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El analista recordó que cuando el tipo de cambio paralelo se disparó a 14 y 15 bolivianos, los importadores siguieron abasteciendo el mercado, pero a un costo más elevado, que finalmente fue transferido al consumidor. Ese proceso, conocido como pass-through cambiario, no necesariamente opera de forma inversa cuando el dólar baja.

“Esperar que el pass-through funcione al revés (…) es pensar que los precios tienen vocación altruista. Además, los precios actuales no son hijos del presente, sino herederos del pasado”, explicó.

Chávez advirtió que, a la presión cambiaria, se suman otros elementos que consolidan la inflación, que actualmente supera el 25% anual. Entre ellos mencionó la política monetaria expansiva del Banco Central, las expectativas empresariales y la llamada “inercia inflacional”.

“El Banco Central de Bolivia, en su papel de tío generoso, imprime bolivianos para prestarle al Tesoro General del Estado (…) tanto billete en circulación, sin respaldo productivo y sin importaciones, empuja la demanda y termina subiendo los precios”, subrayó.

El economista añadió que las expectativas influyen en la conducta de los agentes económicos: “Aunque el dólar baje, los empresarios piensan que la inflación seguirá alta. Y por si acaso ajustan los precios hacia arriba”.

Finalmente, sostuvo que para que la baja del dólar tenga impacto real en los precios, se requieren ajustes en la política macroeconómica y señales claras de estabilidad cambiaria.

“La inflación es mucho más testaruda. Depende de políticas monetarias, de expectativas, de la parte psicológica en la economía, y de esa costumbre bien instalada de subir los precios rápido y bajarlos nunca”, concluyó.

El dólar baja y los precios siguen subiendo. ¿Por qué?

1. La gente anda celebrando que el dólar paralelo se está deslizando hacia los 11 bolivianos, como si mañana las tiendas fueran a poner un letrero de “Remate de TV y Champú permanentes” y los precios se derritieran como helado en la plaza Murillo en domingo. Lamento decepcionarlos: la economía no funciona con un control remoto de dos botones, sube dólar, suben precios; baja dólar, bajan precios.

2. Primero, recordemos la película completa. Cuando el dólar paralelo se disparó a 14 y hasta 15 bolivianos, los importadores siguieron trayendo mercancías, solo que a un costo mucho mayor. Y como nadie trabaja de filántropo, trasladaron esa cuenta al consumidor. Eso se llama, en términos elegantes, pass-through cambiario. Ahora bien, esperar que el pass-through funcione al revés, que con la caída del dólar los precios se acomoden bajando como ascensor automático, es tan ingenuo como creer que los precios tienen vocación altruista.

3. Además, los precios actuales no son “hijos del presente”, sino “herederos del pasado”: mucho de lo que hoy se vende fue comprado a dólar caro. Así que si usted paga desodorante, televisor o fideo con el dólar a 15, no espere que mágicamente se lo facturen con el dólar a 11.

4. Y eso no es todo. A la fiesta de la inflación llegan otros invitados incómodos:

• El Banco Central, que en su papel de tío generoso, imprime bolivianos para prestarle al Tesoro. El problema es que tanto billete en circulación, sin respaldo productivo, empuja la demanda y termina subiendo los precios.

• Las expectativas, que funcionan como suegra desconfiada: aunque el dólar baje, los empresarios piensan que la inflación seguirá alta, y por si acaso, ajustan precios hacia arriba.

• La inercia inflacionaria, reforzada con mecanismos como las inversiones en UFV y los bonos indexados al oro, que en teoría protegen al ahorrista, pero en la práctica mantienen viva la memoria de los precios altos. Es decir, la inflación en Bolivia tiene mejor memoria que cualquier alumno en examen sorpresa.

5. En conclusión: los precios no bajan al compás de la cotización del dólar como si fueran bailarines disciplinados. La inflación es más testaruda: depende de políticas monetarias, de expectativas y de esa costumbre bien instalada de subir los precios rápido y bajarlos nunca. Así que, si esperaba que el dólar barato trajera rebajas inmediatas, acomódese: la economía boliviana no ofrece “ofertas de último minuto”.

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