El Presidente evita pronunciarse sobre temas polémicos, no responde a los ataques de Evo ni sigue sus consejos. Suma apoyo de una bancada y de sectores.
Por más que Evo Morales habló, tuiteó, pidió, ordenó o denunció, el presidente Luis Arce simplemente calló y siguió adelante con sus objetivos.
Eso fue así hasta el 2 de diciembre, cuando el mandatario, aprovechando la promulgación de la Ley del Censo, se refirió por primera vez a la crisis interna de su partido. Dijo que desde las filas del MAS buscan acortar su mandato y que hay quienes quieren verlo fracasar. Por toda respuesta a los ataques de Morales, aseguró que no ha traicionado al Movimiento Al Socialismo (MAS) y que sus principios no se negocian.
Durante 2022, Morales insistió a Arce hasta el cansancio que cambiara al Gabinete y particularmente a los ministros de Gobierno, Eduardo del Castillo, y de Justicia, Iván Lima. Lejos de destituirlos, Arce no sólo los mantuvo en sus cargos, sino que les encargó tareas estratégicas.
Arce tampoco respondió a las denuncias de Morales sobre un supuesto “plan negro” en su contra, la presunta protección al narcotráfico de parte de la Policía y el escandaloso acto de corrupción destapado en la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC).
Y es que Arce, a diferencia de Morales, habla poco, sobre todo, cuando se trata de las acusaciones del expresidente.
Salvo en dos o tres ocasiones, no ha ofrecido conferencias de prensa a los medios nacionales y cuando habla con periodistas, lo hace en el extranjero, sobre todo con medios afines.
Sus discursos, por lo general, son cortos y abocados únicamente a la temática referida al acto al que asiste, salvo el informe presentado ante la Asamblea Legislativa cuando cumplió dos años de gestión, que se extendió por dos horas y media, en las que expuso una a una las tareas desempeñadas por sus ministros, pero eludió el tema más esperado, que entonces era la protesta de Santa Cruz exigiendo la realización del censo poblacional en 2023.
Arce, en las pocas intervenciones públicas que hace, suele ser elocuente cuando se refiere a los opositores, a los que acusa de golpistas, derechistas, desestabilizadores, entre otros adjetivos. De hecho, ése es un discurso que lo sigue uniendo a Evo Morales y, en ese marco, su gobierno impulsa procesos contra los principales actores de la transición, entre ellos la expresidenta Jeanine Añez, quien purga una sentencia de 10 años y encara varios juicios más.
Luego del paro de 36 días en Santa Cruz, Arce también anunció demandas nacionales e internacionales contra la dirigencia cruceña para, según dijo, sentar un precedente contra la violación a los derechos humanos.
Pero en otros temas, incluso de importancia internacional, mantiene el silencio o se pronuncia extemporáneamente. Por ejemplo, hasta septiembre de este año no se había conocido su punto de vista sobre la guerra en Ucrania, hasta que en la Asamblea General de la ONU abogó por un “alto al fuego” y pidió que “la OTAN deje de lado sus planes expansionistas”.
Hasta inicios de diciembre tampoco se había pronunciado sobre las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua o Venezuela. A juzgar por las votaciones de sus representantes diplomáticos, se podría decir que su gobierno avala el ataque de Rusia a Ucrania o que está de acuerdo con la forma de gobernar de Daniel Ortega y de Nicolás Maduro.
Sobre el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el Silala, apenas envió un tuit, pese a la expectativa y la connotación bilateral del tema.
El hecho de que el Presidente hable poco, no significa que no tenga un proyecto político. Así, de manera silenciosa, ha logrado restar legisladores a Evo Morales y, aunque no oficialmente, tiene una bancada que le apoya y ha logrado que un diputado de su confianza dirija la Cámara de Diputados.
Por los resultados de la votación durante la aprobación de la Ley del Censo, se puede inferir que la bancada que apoya a Arce estaría conformada por 46 legisladores, frente a los 50 que todavía le quedarían a Evo Morales. Esto, sin embargo, dejaría la gobernabilidad de Arce a merced de la oposición, en caso de que Morales le retire su apoyo.
De a poco, el mandatario también ha ido sumando el respaldo de los sectores sociales que antes eran fieles seguidores de Evo Morales, entre ellos el Pacto de Unidad.
El analista Gregorio Lanza, quien considera que tanto Arce como Morales serán candidatos presidenciales en 2025, sostiene que el Presidente “ya le ha empezado a disputar la calle” a Evo Morales.
Arce ha militado en el PS-1 en su juventud y en 2021 participó en un congreso de esa agrupación, lo que está causando celos entre los legisladores del ala dura del MAS, quienes acusan a Arce de haber prohibido el uso de banderas azules del MAS en los actos del Gobierno y haber instruido su reemplazo por banderas rojas del PS-1.
“Hay quienes quieren vernos fracasar, de afuera y también algunos compañeros de dentro (MAS)”.
Antes de formar parte del gobierno de Morales, Arce integraba el grupo de reflexión económica denominado Los Duendes, con quienes fue llamado durante la campaña de 2005 para contribuir al programa económico del MAS. Eso le abrió las puertas del Ministerio de Economía, donde permaneció hasta que le detectaron cáncer y tuvo que viajar a Brasil para tratarse.
Arce propugna el modelo comunitario productivo, al que atribuye la bonanza económica de la era evista, aunque sus detractores aseguran que, en realidad, el éxito se debió a los altos precios de las materias primas.
Con esas credenciales, Arce fue elegido por Evo Morales para ser el candidato presidencial del 2020, dejando en el puesto de vicepresidenciable a David Choquehuanca, que antes había sido proclamado por organizaciones sociales de La Paz.
Arce mantuvo cierta cercanía y fidelidad a Morales durante el primer año de Gobierno, pero el expresidente vio que las cosas cambiaron en 2022 y por eso empezó una campaña abierta de desgaste contra su delfín.
Luis Arce Catacora
-Fue ministro de Economía de Evo, profesor universitario y autor del modelo comunitario productivo.
-Llegó a la Presidencia en 2020 con el 55% de los votos por el MAS.
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