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La fundación Instituto de Asistencia Social Económica y Tecnológica (Inaset) a través de su director ejecutivo, Enrique Velazco planteó diez temas urgentes para el debate sobre la economía boliviana, que determinarán al final del día, si el crecimiento económico, beneficia o no a la población.
El especialista en Desarrollo Productivo, quien dedicó 35 años de investigación a los diferentes modelos económicos implementados a lo largo de los últimos 70 años por diferentes gobiernos, sugirió no perder la perspectiva de lo que realmente le importa a la gente, más allá de los indicadores macroeconómicos, reglas internacionales de crecimiento, entre otros aspectos.
“Deberíamos estar debatiendo si ese crecimiento beneficia o no a la ciudadanía y la preocupación es con en 70 años de historia económica no se han resuelto los grandes problemas que tenemos como sociedad”, afirmó Velazco en conferencia de prensa ofrecida en instalaciones de la Cámara Nacional de Comercio (CNC).
En el marco de construir una economía para y de la gente planteó debatir: el denominado “milagro boliviano”, que no es tal; la situación de los hogares que han sido los más afectados por la deteriorada distribución primaria del ingreso; el crecimiento de la importación, frente a la producción nacional; el crecimiento de sectores que menos deberían crecer; el crecimiento desigual tanto territorial, como sectorialmente.
También planteó analizar el liderazgo mundial de Bolivia en la informalidad laboral y precariedad del empleo, así como el rol del Estado que “quita más recursos” que los que distribuye por bonos; la reducción de la pobreza moderada y extrema “de escritorio”; el manejo fiscal-impositivo que fomenta la informalidad, y la financiarización, que beneficia más al sistema financiero y que tiene una baja incidencia en la diversificación productiva.
“En los últimos 70 años, por la fijación de los sucesivos gobiernos en estos temas (crecimiento PIB, reglas internacionales) se han descuidado valorar los efectos sociales de las políticas económicas, comunes en esencia a pesar de ser aplicadas bajo argumentos discursivos opuestos ideológicamente”, dijo.
El efecto sin embargo, señaló que para Bolivia significó pasar de estar en el promedio de América Latina en indicadores como el ingreso por persona (per cápita), o en la incidencia del hambre y de la subnutrición en 1950, a pasar a los últimos lugares en la actualidad.
El “milagro boliviano” no es tal: nos mantenemos a la cola de América Latina sin converger, señaló el investigador, quien afirmó que el desempeño de la economía boliviana no es suficiente para convergir hacia el promedio del Producto Interno Bruto (PIB) latinoamericano, sea en términos absolutos o en valores por persona.
“Bolivia el año 1945 tenía un per cápita equivalente a 3.000 dólares, hacia el 2018 y 2019 llegamos a $us 6.355, en ese mismo periodo el promedio de América Latina ha pasado de 3.211 a 12.000 dólares”, explicó.
Las altas tasas de crecimiento que colocaron a la economía boliviana al tope del crecimiento regional alrededor del 2013, fueron casos excepcionales –dijo Velazco- porque no alteraron significativamente las tendencias de mediano y largo plazo.
El segundo tema que puso en cuestión el investigador, es la situación de los hogares que han sido los más afectados por la deteriorada distribución primaria del ingreso, ya que desde el año 2006, en las cuentas del ingreso se redujo la participación de la remuneración al trabajo en favor de los impuestos, mientras que, en el gasto, cayó el aporte del consumo de los hogares.
“La distribución primaria de los asalariados cayó del 40,5% en el promedio de 1990-2005, al 32,6% entre 2006 y 2016, último año que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reporta los datos sobre las cuentas del ingreso”, explicó.
En ese contexto se evidenció que la producción y el consumo internos no fueron los factores determinantes del crecimiento, ni sus bases de sostenibilidad, y que la creación del empleo productivo no ha sido una prioridad del ingreso (DPI) pues se redujo en detrimento de los hogares.
Un tercer aspecto que observó el analista, tiene que ver con la economía que creció por el sector del comercio exterior, referido a la importación y la exportación, más que por el consumo de la producción nacional
“Una mirada más detallada a la evolución de los indicadores de consumo y demanda, confirman que, desde 2006, la apertura externa se incrementó en un 10% en valores constantes, y en 22% en valores corrientes respecto al modelo neoliberal”, señaló.
Desde la perspectiva de un desarrollo sostenido a mediano y largo plazo, dijo que es una señal de alarma que las importaciones hayan desplazado a la producción interna respecto al consumo total, y especialmente respecto al consumo de los hogares, pues implica menos empleo, demanda, e ingresos.
También observó que sectorialmente, crecieron los sectores que menos deberían crecer por sus aportes negativos a la diversificación productiva, respecto al crecimiento global del PIB, entre 2006 y 2019 mencionó que crecieron los servicios financieros, 3,31 veces más que el PIB; los impuestos 1,62 veces, y la administración pública 1,4 veces más.
“Los sectores con alta incidencia en el empleo (formal o informal) crecieron significativamente menos que el PIB: madera y sus productos (0,7), la agricultura tradicional (0,6) y textiles (0,4)”, indicó.
En cuanto al crecimiento dijo que esdesigual y episódico, pues el sectorial en las regiones mostró que la participación del agregado real (productivo) cayó en todos los departamentos, mientras que en todos aumentó el “aporte” FAPI (financiero, administrativo público e impuestos), esencialmente contable porque estos tres sectores generan rentas sin crear valor-ingresos, o empleo productivo. E, tanto que el agregado extractivo solo incide significativamente en Tarija, Potosí y Oruro.
“Por ejemplo, en 2013-2014, el PIB creció por encima del 4,5% ´gatillando´ el segundo aguinaldo; pero sólo servicios financieros, administración pública e impuestos que no aportan a crear valor ni empleo productivo, crecieron por encima del 4,5%, el resto de las actividades de la economía real, en las que se concentra el 80% del empleo remunerado, crecieron apenas en 2,3% como promedio”, cuestionó.
El que Bolivia sea líder mundial de informalidad laboral y precariedad del empleo también apuntó Velazco, es un tema a considerar, pues el 85% de la población ocupada en Bolivia, se ubica en el sector informal, que es sinónimo de gran precariedad, baja productividad, y muy bajos aportes a la generación y agregación de valor.
“Hubo un crecimiento mayor del empleo en el sector público, sobre todo, en la administración central que genera los innumerables obstáculos burocráticos que han sido identificados hace 40 años como las causas que limitan las inversiones generadoras de valor y empleo”, dijo.
Detalló que un tercio de población ocupada 700.000 personas están en el sector público, 240.000 -que se sumaron a la población ocupada entre 2006 y 2015- lo hicieron en administración pública; un 45%, 312.000 lo hizo en comercio, dominado por micro-comercio que constituye el macro canal de distribución de productos de contrabando, y otro 30%, equivalente a 215.000 se ubican en la construcción.
El investigador también observó el rol del Estado, que confisca más recursos a las personas de los que distribuye en bonos.“Entre 2006 y 2016 suman Bs. 22.000 millones (US$ 3.000 millones), en el mismo período, por la caída en la participación de remuneraciones en el PIB, los asalariados dejaron de percibir Bs. 170 mil millones a (unos US$ 25 mil millones), monto ocho veces mayor que los bonos.
De ese modo, el especialista lanzó un análisis exhaustivo sobre diferentes medidas económicas y sus consecuencias, pensando desde el bienestar de la población.